Usando datos del Health and Retirement Study, científicos estadounidenses descubrieron que el dolor crónico en los ancianos aumenta el riesgo de desarrollar demencia.
El dolor persistente o crónico afecta aproximadamente al 25% y el 33% de los adultos mayores y está asociado con la depresión, caídas y deterioro de la memoria, entre otros, pero ¿puede un individuo aumentar el riesgo de desarrollar demencia? Los científicos en California se dispusieron a contestar esa pregunta usando datos obtenidos del Health and Retirement Study (HRS) representativo a nivel nacional. Ellos hipotetizaron que el dolor crónico aumentaría las posibilidades de desarrollar demencia y su estudio demostró que este sería el caso.
El HRS es un estudio de cohortes a largo plazo que entrevistó a 10.065 adultos mayores de más de 62 años de edad que viven en la comunidad cada dos años, lo que brinda múltiples beneficios para estudiar cómo la salud de un individuo puede cambiar con el tiempo. Los investigadores analizaron informes de personas que reportaron dolor moderado o severo entre los años 1998 y 2000 y los compararon 10 años después con aquellos que nunca habían reportado dolor crónico.
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Los participantes que informaron dolor crónico tenían una disminución de casi 10% en su puntuación de la memoria después de diez años, en comparación con los que no informaron dolor crónico. Estos participantes también eran un 8% más propensos a ser diagnosticados con demencia. Además, los pacientes con dolor crónico tenían un riesgo del 12% mayor de reportar dificultades para manejar su dinero y un riesgo del 16% mayor de una incapacidad para manejar sus propios medicamentos en comparación con aquellos que nunca habían experimentado dolor crónico.
Los investigadores identificaron tres posibles razones para esta relación. En primer lugar, es posible que una variable relacionada cause la asociación. Por ejemplo, las personas con dolor crónico que toman medicamentos recetados para mitigar el dolor, como los opioides, podrían verse afectados ya que estos medicamentos podrían estar contribuyendo al aumento de la demencia. En segundo lugar, el dolor en sí podría estar afectando la capacidad del cerebro para funcionar correctamente, lo que lleva a la pérdida de la memoria y la demencia. Por último, es posible que una variable de confusión contribuya a ambas condiciones, el dolor y la demencia. Muchas variables interrelacionadas, como la depresión, podrían estar contribuyendo a estas condiciones. Es necesario investigar más a fondo para determinar si existe una vía que vincule directamente el dolor crónico con la demencia.
Este estudio es importante porque ayudará a los profesionales de la salud a identificar a los ancianos que están en riesgo de deterioro cognitivo y demencia. El mantenimiento de la cognición es crucial para la independencia y calidad de vida en los pacientes de edad avanzada. A medida que los profesionales de la salud evalúan el dolor, pueden sugerir adecuadamente estrategias de tratamiento para mitigar el riesgo de demencia.